El turismo náutico genera un gasto personal diario que sextuplica al del terrestre
 
El entorno de Marina Port Vell trae a cientos de tripulantes que permanecen meses en la ciudad
 
21/03/2012

Turismo nautico MPV
No todo el que vive en Barcelona lo hace sobre tierra firme. En algunos casos el movimiento del mar acuna a muchos residentes temporales que duermen en el límite de la ciudad, es decir, en su puerto y no solo por unas pocas noches. Cada vez son más los grandes yates que vienen a la capital catalana para someterse a tareas de mantenimiento. Recalan durante meses y conforman una pequeña comunidad que, contra lo que muchos puedan pensar, no está integrada por potentados, sino por tripulaciones que se integran en la rutina cotidiana. Su apogeo ha propiciado diversos negocios para proporcionarles todo tipo de servicio. La rentabilidad está fuera de duda. Si el turismo de grandes yates genera un gasto diario de 450 euros por persona (seis veces el del terrestre), el de sus tripulaciones es menor pero mucho más duradero.
 
En Barcelona hay grandes buques recreativos pasando el invierno. La mayoría al amparo de Marina Barcelona 92, el astillero donde se ponen a punto para surcar el Caribe o recorrer, en verano, el Mediterráneo. Solamente esta empresa cuenta con más de 80 trabajadores y da trabajo a otros 460 de talleres y servicios contratados. Visualizar todo este engranaje es necesario para evaluar la conveniencia, o no, de que Barcelona asuma la inminente megatransformación de su marina, que la llevará de albergar los actuales 413 amarres (muchos pequeños y domésticos) a un total de 150, dando protagonismo a los yates de 30 a 180 metros de eslora.
 
Entre los detractores está parte del vecindario, con miedo a que la marina se convierta en un oasis para millonarios, aislado de la ciudad. En Marina Port Vell (ahora en manos de Salamanca Investment) defienden que las actuales instalaciones están “obsoletas”, que hay una “gran demanda de alto poder adquisitivo para la oferta de económica y de servicios urbanos” y que el cambio generará muchos puestos de trabajo. La misma dinámica comparten las empresas que prestan servicios al sector en la zona. Evolution es de la que más ámbitos abarca, desde el aprovisionamiento para las tripulaciones (de hasta 70 personas en yates de más de 160 metros) hasta la figura de conserje (similar a la de un hotel de lujo) para proporcionar cualquier cosa que demanden estos residentes temporales: “entradas para espectáculos, reservas de hoteles cuando les visitan sus parejas, pisos cuando quieren alojarse fuera del barco, vehículos...”, por no hablar de material y todo tipo de productos náuticos.
 
“La mejora de la marina hará más atractivo el puerto y no solo traerá turismo de calidad, sino que aumentará la llegada de barcos con tripulaciones que traen dinero a Barcelona”, argumentan, en primera línea de mar. Mientras que los dueños de yates suelen pasar un par o tres días en la capital catalana (al no poder fondear en ella y limitarse al turismo urbano más sibarita), sus tripulantes cobran un mínimo de 2.500 euros mensuales (4.000 como promedio) netos, que destinan en gran medida al consumo. “Y son gente normal, contenta de estar en Barcelona y que se integra mientras permanece aquí”, relatan.
 
Marina Port Vell considera que con las instalaciones renovadas se atraerá a unas 600 embarcaciones anuales de más de 30 metros de eslora. Aumentarán los dos filones, el turístico (que ahora se decanta por Antibes, Cerdeña o Mallorca, por ejemplo, con instalaciones con todo tipo de comodidades) y el de tripulantes que vengan en invierno. Lograr ser puerto base (donde descansan) es otra de las ambiciones de Marina Port Vell, que invertirá más de 30 millones en la zona si el ayuntamiento (que debe aprobar modificar el plan especial de la zona) le da vía libre. En la Autoridad Portuaria de Barcelona opinan que mejorar la marina será positivo para el puerto y la ciudad, y son favorables al desarrollo de un clúster náutico local, que proporcione desde astillero a formación.
 
Un barco de 25 a 30 metros tiene un gasto medio de 890.000 euros al año, y uno de más de 60, de más de cuatro millones, con datos de la Asociación Española de Grandes Yates. Algo así como el colofón al turismo de lujo que ya han disparado los nuevos hoteles locales.
 
En Evolution indican que decenas de yates (solo MB92 acoge a unos 80 al año) se alimentan de lo que la empresa les proporciona vía Boqueria, por ejemplo, se visten en Barcelona, salen a cenar a sus restaurantes, se aprovisionan para largas temporadas antes de irse de ruta estival y tienen fuertes controles sanitarios y medioambientales.

SBC-El Periódico

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