El Calypso quiere renacer
 
El barco, que toma su nombre de una ninfa de los mares de la mitología griega, naufragó en el puerto de Singapur en 1996, un año antes de la muerte de Cousteau
 
09/06/2010

calypso
Francine Cousteau, viuda del comandante que exploró las profundidades de los océanos y cuya efigie angulosa y su gorro rojo de lana han ayudado a varias generaciones a auscultar el silencio de los océanos, lucha en el año del centenario de Jacques Cousteau para resucitar el que fue su barco insignia, el Calypso. “No tengo calendario, pero la situación ideal sería que volviera a navegar en el año del centenario. Es un año, es posible”, declaró la segunda esposa de Cousteau en el acto de presentación en la UNESCO de las actividades programadas para rendir homenaje al marinero, que habría cumplido un siglo de vida el 11 de junio.
 
El barco, que toma su nombre de una ninfa de los mares de la mitología griega, naufragó en el puerto de Singapur en 1996, un año antes de la muerte de Cousteau (1910-1997), y desde entonces emprendió un tortuoso camino para convertirse en un museo del legado del comandante. Entre tanto, su viuda y gestora de la Cousteau Society, ha intentado recaudar los cerca de 8 millones de euros que necesita para que el barco, al que se refiere como “la Torre Eiffel de los océanos”, pueda volver a navegar y convertirse en un embajador de los mares.
 
Hasta ahora ha conseguido reunir cerca de la mitad del dinero necesario para esta “enorme restauración”, gracias a inversiones privadas, patrocinadores y donaciones particulares. “Desgraciadamente, nuestros amigos extranjeros han sido mucho más generosos” que Francia, lamentó la madre de los dos hijos menores de Cousteau, quien intenta desde hace tres meses que el Estado francés clasifique el navío como “patrimonio nacional” para beneficiarse de subvenciones públicas que podrían rondar los dos millones de euros.
 
La voluntad de Cousteau “siempre fue reparar el Calypso y ponerlo al servicio de la educación”, explicó su viuda, que entiende que el barco -un antiguo dragaminas de la Royal Navy británica que un mecenas terminó alquilando al comandante por un franco anual- es “un símbolo” que “nos pertenece a todos”, explica Francine. De ser restaurado, sería el segundo de los dos históricos barcos del comandante que volvieran a surcar los mares, pues actualmente uno de los hijos de Cousteau, Pierre-Yves, desarrolla una misión en el Mediterráneo a bordo del Alcyone, la otra célebre nave del científico, propulsada por dos torres eólicas.
 
Pero sea cual sea el devenir que le espera al Calypso, actualmente en un puerto de la bretaña francesa, el entorno de Cousteau se ocupará de que su legado siga vivo en el año que se cumplen cien años del nacimiento del hombre que posibilitó el buceo deportivo gracias, entre otros ingenios, a la co-invención del “Aqua-lung”, antecesor de las bombonas de oxígeno. Para ello se han programado homenajes en todos los puntos cardinales del globo, mientras el Equipo Cousteau sigue desarrollando programas para conservar la vida en los océanos, tales como una expedición con National Geographic para comparar la evolución de las condiciones del Mediterráneo en los últimos 60 años, entre otras.
 

SBC / ePN

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